“La última sesión de Freud” pone en escena un debate que atraviesa gran parte de la historia de la humanidad, entre la ciencia y la religión, nada menos. El encuentro se centra en el legendario psicoanalista Sigmud Freud (Luis Machín) que invita al joven y brillante académico C.S. Lewis (Javier Lorenzo) a su casa en Londres. “Ese día Inglaterra entra en la segunda guerra mundial y ellos discuten sobre la existencia de Dios, el amor, el sexo y el significado de la vida. No es solo un fuerte debate; es una obra profunda sobre dos hombres que viven y discuten los grandes temas de todos los tiempos, con inteligencia y humor”, informa la sinopsis de la obra, dirigida por Daniel Veronese. En la historia, Freud lo cita para comprender las razones que tenía una persona tan inteligente para creer “semejante mentira”. “Es muy interesante porque la invitación es para escucharse”, dice Machín.
La transformación de Freud en un “autor inglés”La obra de Mark St. Germain ha cosechado éxitos en su recorrido por las principales ciudades del país y ha sido nominada a prestigiosos premios, y se podrá ver esta noche en el Teatro Alberdi, Jujuy 99, desde las 19.
LA GACETA entrevistó a Luis Machín y reconoció que todavía no había podido ver la película que protagonizó Anthony Hopkins; y ante una pregunta respondió: “El teatro por streaming no es teatro. Es teatro por streaming”, incursionando de este modo en un debate actual sobre si las artes escénicas seguían siendo el único arte en vivo.
El actor tiene una larga trayectoria en el teatro, el cine y la televisión, donde participó en decenas de películas y series y en obras en diferentes ciudades del país. Basta leer sus declaraciones para conocer su defensa del Incaa y de la industria audiovisual argentina. “La cultura siempre ha sido un espacio de enorme resistencia” dijo cuando recibió el premio Cóndor por su papel como Domingo Cavallo en la serie “Diciembre 2001”.
El actor ha dado cursos y conferencias en esta ciudad y ha participado en un festival de cine.
“Todos nos hacemos estas preguntas religión y ciencia, el sexo y el amor. En la vida nos la pasamos haciendo interrogantes. Esta es una obra que me atraviesa de punta a punta”, dijo.
- Esta última sesión de Freud parece ser una de sesiones en la que se decide todo; el psicoanalista no trata a un paciente sino “el estado del mundo”, o algo así.
- Sí, esta última sesión incluye muchos temas que nos está atravesando en el transcurso de nuestras vidas. Son posiciones distantes entre la ciencia y la religión, y el público se siente identificado con una postura o con la otra, es muy estimulante porque te lleva a pensar lo que propone la pieza; discusiones con gente que no tiene nada que ver, pero tiene posturas muy férreas, y se disponen a hablar de alguna manera, y buscar un punto un común, que tienen su sensibilidad y su apertura.
- Viste la película que protagoniza Anthony Hopkins. ¿Te aportó algo a tu personaje?
- Todavía no vi esa película. La obra de teatro es anterior, obviamente, pero está basada en el mismo autor, a quien conozco, porque en la primera versión hace 12 años lo invitamos y vino a la Argentina y estaba fascinado y muy contento con la versión que hicimos. Tengo mucha curiosidad. Estamos buscando con mi hijo un tiempo para verla, pero sospecho que Hopkins, a quien admiro mucho, me debe haber copiado…
- Fuiste dirigido por importantes directores, como Spregelburd, Veronese, Bartis. ¿Valorás más a los que te piden que te atengas al guión o a aquellos que te permiten salirte?
- Las formas de trabajar son variantes, se modifican con cada director que tiene una forma y los actores tenemos la nuestra. Y entran en colisión con una dirección. Las diferencias son frecuentes que suceda y está muy bien que pasen porque se trabaja con otros seres humanos, pero esas colisiones son creativas. El tema de la letra también depende del tipo de trabajo que se haga, con creaciones que son conjuntas, a veces, y a los actores les permite que crean su espacio y se adueñen del mundo que se propone. Es la poética de los actores. Crean su espacio y allí la letra suele ser una excusa para ver estados emocionales, que el cuerpo pueda aceptar frases y palabras.
- ¿Dónde te sentís más cómodo, en el cine, el teatro o la televisión?
- Al teatro lo llevo conmigo desde los 16 años, nunca dejé de hacerlo, salvo en la pandemia; siempre fue el lugar que más me contuvo, donde más me refugié, y no es una decisión de gusto, porque también me gustan mucho el cine y la televisión, pero el teatro siempre me contuvo. Puedo decir que es la constante mayor que tuve. Fijate lo que pasa con el audiovisual, casi no hay producción en cine ahora y es nula en la TV.
- ¿Cómo construyes tus personajes?
- Ahora uno no piensa tanto en la construcción, porque no es algo esquemático; depende mucho del tipo de trabajo que se haga, de la dirección. En este tiempo sí estoy teniendo más en cuenta en la actuación el tema de las letras. Estoy estudiando la letra de una obra que voy a estrenar en abril o mayo próximo. La letra me la quiero saber, porque a veces es una excusa para mostrar otras cosas, pero si la obra es buena, los diálogos hay que respetarlas; hay que hacer carne de esas palabras antes de decirlas, y ese proceso se lleva en la ensayos. En la televisión y el cine no hay ensayo prácticamente, en el teatro sí. El teatro es un arte de repetición, la televisión y el cine son efímeros, el teatro también. Cuando se construye distinto es cuando se piensa en personajes que han existido y la gente tiene alguna referencia, eso me gusta mostrarlo. Si estoy haciendo de Freud, no puedo tener el pelo largo, sí la barba blanca y los lentes redondos. Tuvo un cáncer de laringe que le impedía hablar bien, y todo eso lo tuve en cuenta.